- Área: 5468 m²
- Año: 2008
-
Fotografías:Pedro Pegenaute
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El nuevo museo de la Fundación Vila Casas se ubica en el distrito del 22@, una zona donde el Ayuntamiento de Barcelona propone una reconversión integral basada en sustituir con tejido productivo limpio las antiguas fábricas e industrias que han ido abandonando el lugar buscando suelo más asequible. Se trata de un entorno de carácter terciario, tecnológico, de alta densidad y construcción en altura.
Proponemos que “Can Framis” juegue un papel de contraste, rodeado de un jardín que sea un espacio público de respiro, melancólico, filtro de la velocidad y del tiempo. Este jardín será tratado mayoritariamente con pavimentos blandos, una gran densidad de arbolado y estrechos caminos que recortarán el manto de hiedra que envuelve todo el entorno y que cubrirá en un futuro árboles y edificio.
Los dos edificios que deben ser conservados tienen poco valor arquitectónico y se encuentran en muy mal estado. Su interés radica básicamente en el contraste de su posición, basada en las antiguas trazas agrarias anteriores a la implantación del plan Cerdá a una cota inferior en 1,5m al viario actual.
El proyecto propone la rehabilitación de las 2 naves existentes y la construcción de un nuevo edificio que las conecta y que coincide con el emplazamiento de otra antigua nave configurando un patio que, pavimentado con los adoquines recuperados de la antigua fábrica, se convierte en el vestíbulo exterior del museo.
La visita se inicia en el nivel más alto para permitir un recorrido descendente de la visita a través de espacios en penumbra, que se iluminan escenográficamente otorgando el protagonismo a la pintura expuesta.
La madera surge en momentos de excepción, como en las ventanas, escaleras, y espacios de transición entre naves, así como en las mamparas de soporte de las pinturas, en referencia al material de los bastidores de las telas.
En el exterior, el mortero de cal que cohesiona la mampostería existente de las fachadas se funde con el hormigón visto de las nuevas piezas. La fachada, de esta manera, se transforma en un “collage” de texturas, huecos y tapiados que refleja los diferentes estratos e intervenciones que ha sufrido el edificio a lo largo del tiempo.